Encuentro Real

Lo que me encanta de una ciudad como Londres es que cualquier cosa puede pasar, hasta lo extraordinario en un día ordinario como aquel martes de primavera....

En el 66 de Knightsbridge en Londres se encuentra uno de los bares más divertidos y exclusivos que haya visitado en toda mi vida: Jeques Árabes, Mafia de Europa Oriental, Ingleses de sangre Azul, “Wannabes” bien vestidos como yo y mujeres impresionantes. La mayoría de ellas rusas altísimas, de ojos de un azul nunca visto, cuerpos perfectos y piel de porcelana. A juzgar por sus atuendos, joyas, carteras y abrigos y de no ser espías, tendrán que ser hijas, esposas o amantes de algún magnate o mujeres que cobran muy caro por su compañía.

Después de un día arduo de reuniones en Lloyds, mis clientes, un par de argentinos, mis colegas y yo nos encontrábamos tomando Sake en ZUMA, un restaurante de comida contemporánea Japonesa que, en mi concepto, es el único de su tipo que le da la talla a NOBU. Se hacía tarde y llegaba la hora de ir a otro lugar.Donde vamos? Pregunto uno de los argentinos. Sin dudar un minuto, respondí: vamos al bar del Mandarin.

Eran ya casi las once y tenía un poco de miedo de no encontrar mesa pero aun así decidimos caminar para bajar la comida. Son un poco más de dos cuadras de distancia. Llegamos al imponente edificio del Mandarin: Un Ferrari, un Rolls Royce Phantom y un par de Mercedes, eran el preámbulo del tipo de gente que habría adentro. Entramos indicando al “Bellman” que nos dirigíamos hacia el bar. Había gente pero no del todo lleno. Nos dieron una mesa espectacular y no gracias a ser de Popayan, o a estar bien vestido, sino a una generosa propina anticipada que le di disimuladamente al que maneja las mesas.

Hay que celebrar el resultado de nuestra visita a Lloyds. Los tragos son por nuestra cuenta. Dijo uno de los argentinos quien procedió a pedir dos botellas de champaña rosada Perrier Jouquet. Los argentinos son lo máximo, saben vivir!! Pensé.

Éramos 6 en la mesa y la segunda ronda de botellas nos se demoro mucho en llegar. Dos cervezas en el pub cerca de la oficina, un whisky en el bar de Zuma, todo el Sake durante la comida y ahora Champaña!!! Gracias a Dios al día siguiente no había mucho que hacer. En medio del estupor y la conversación vimos como se empezó a llenar el lugar con tipos vestidos de esmoquin y mujeres de vestido largo. En la mayoría de nuestros países, el esmoquin es un traje, que de poseerlo, se desempolva una que otra vez al año, para el ocasional matrimonio en Club Social o la fiesta de año nuevo. Lastimosamente no se respeta tan espectacular prenda. Los matrimonios son un despliegue de esmóquines viejos, con solapas mal aplanchadas, corbatines de nudo pre hecho, zapatos impropios y camisas de pechera o cuellos equívocos. No se le para atención a esta vestimenta. En cambio en Europa, pero en especial en Inglaterra, el esmoquin es una prenda esencial en el closet de un caballero. Hay mucho evento que requiere utilizarlo. Impresionante la elegancia de esta gente, comento uno de los argentinos, añadiendo, si es como en Buenos Aires, debe de ser que vienen de la Opera.

Uno de mis colegas me agarro el brazo para acercarme y susurrar a mi oído: Prince Harry is here!!!! Y me señalo disimuladamente al peli rojo que se acercaba a la barra como cualquier otro cliente, claro está, con un “je ne sais quoi” que solo pueden tener aquellos que crecen tomando té en el palacio de Buckingham. No sé porque, pero me puse nervioso, muy nervioso, pero a la vez me sentí feliz de que este par de clientes argentinos, también de dedo parado, nunca se olvidarían de que yo los había traído al mejor bar de la ciudad.

Pasó un rato largo y había estado aguantándome las ganas de orinar por no perderme ni un minuto el espectáculo. No pude más y me dirigí al baño. Al pararme me dio vueltas todo y me percate de que el nivel de alcohol en mi sangre debería ser muy alto. De alguna manera pude sostenerme en pie y caminar más o menos recto hacia el baño. Con la vejiga a estallar, me desabroche toda la indumentaria y descanse con los ojos cerrados mientras oía el ruido del chorro golpeando fuerte la porcelana del orinal. En medio del éxtasis, escuche como alguien se posaba en el orinal del lado. Seguí como si nada a ojo cerrado, pensando lo que el vecino pensaría del sonido producido por mi amplio chorro, por lo general indicativo de un instrumento grande y saludable, en este caso, era solo el resultado de una meada la “berraca”!!. Cuando supe que empezarían los intervalos y para prevenir salpicarme, abrí los ojos. Mire hacia abajo, luego hacia el frente y por ultimo hacia mi compañero de orinada. Se me detuvo el corazón…..se me pasmo la borrachera!!! Era el príncipe en persona. Debió sentir que lo miraba y se volteo a mirarme……no supe que hacer…..no estaba preparado para semejante encuentro. Como si me hubiera salido instintivamente y todavía con el instrumento en la mano, mi cuerpo se inclino hacia delante haciendo una media venia al mismo tiempo que pronuncie: Your majesty!! Harry me miro con cara de asombro, se acomodo rápidamente y salió apurado y diría que casi asustado, despidiéndose con un:Cheers Sir!!!!

Me quede quieto, como suspendido en el tiempo, con la mente casi en blanco y confundido por la situación. Hasta que por fin volví en si……… Me dijo Sir, el príncipe me dijo Sir…….pensé, al mismo tiempo que sentí como mi cara se adornaba con una gran sonrisa.

Salí del baño renovado, todo un hombre distinto, caminando como aquel a quien lo acaban de convertir en caballero al servicio de la corona Inglesa. En silencio, jure lealtad a la Reina y a la familia Real y al llegar a la mesa pedí otra botella de champaña, brinde por Inglaterra y por Sir Reinaldo Iragorri. Nadie entendió nada pero igual brindaron y seguimos la noche celebrando como se imagina uno que celebran “realmente” los de Realeza!!!!

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