Tún tún…. Tún tún….

Tún tún…. Tún tún…. Tún tún…. Es lo único que retumba en mi cabeza cuando estoy nadando, no importa si es en mar, lago o piscina saturada de cloro, el Tún tún…Tún tún… siempre se hace presente y les confieso, siento un pánico feroz!!!! La razón es clara: En 1975 tenía apenas 7 años. Mis padres dejaban que yo viera cualquier película mientras no mostraran viejas en “pelota” o parejas en pleno “tilin tilín”. Fue así como vi “JAWS 1”………. Nunca volví a ser el mismo!!!!

Hay solo tres posibilidades de que yo me meta al mar: Durante un triatlón, cuando estoy un poco pasado de tragos y se me despierta el Tarzán que llevo dentro, o cuando mi mujer, en su inmensa sabiduría y amplio conocimiento de mi psiquis, me convence de que lo haga. Así fue como una tarde de verano en Miami, de esas de calor y humedad infernal, ella se apareció en mi oficina, sin previo aviso…..Rei, vengo por ti. No preguntes. Es una sorpresa.

Con un “No vuelvo en toda la tarde”, salí de mi oficina cogido de su mano. Pecho en alto, caminaba por los corredores del edificio pensando que me llevaba a un hotel. Que mis encantos de amante bien vestido por fin y después de tantos años de casado, la habían motivado a organizar una tarde de pasión. Todo indicaba que mis sospechas eran ciertas: Ella lucia una falda corta que dejaba ver sus lindas y largas piernas, tacones altos, una camisa que delineaba muy bien los encantos de su tronco y en su cara, una sonrisa picara enmarcada por esos lindos labios parecían ser la confirmación de mis premoniciones.

Yo manejo, dijo al aproximarnos a su carro, mientras me indicaba con su dedo que me hiciera en el puesto del pasajero. Obedecí encantado mientras pensaba que hoy sería uno de esos días en que yo diría a todo que si…….

Reinaba un silencio cómplice, de esos que indican que no hay nada que decir pues todo esta sobreentendido. Nos mirábamos ocasionalmente para sonreír mientras ella manejaba con convicción. Rei, metes esta dirección en el GPS por favor? Fueron las palabras que abruptamente rompieron el silencio y el ambiente de misterio que reinaba dentro del carro.Cómo? No sabes llegar? Pregunte con asombro y desilusión. No estoy muy segura, expreso mientras me entregaba una servilleta con la dirección escrita. Esto es muy al “west”!!!!! pensé, mientras introducía los datos en el tablero del carro.

YOUR ROUTE IS BEING CALCULATED. FOLLOW THE…….dijo la vos de la vieja esa que habla en el GPS, a la cual quiero conocer algún día, para decirle a la cara que aprenda a dar instrucciones a tiempo, pues más de una vez me ha tocado hacer piruetas dignas de corredor de carros para poder seguir las instrucciones de esa vieja irresponsable.

Vi como la cúpula del Hotel Biltmore se alejaba en el retrovisor mientras mi mujer manejaba vía Oeste al mismo tiempo que se desmoronaban mis ilusiones de una tarde de pasión conyugal en suite de buen hotel. A donde es que vamos? Pregunte con tono de mal genio. Deja de ser impaciente….es una sorpresa. Con una desilusión profunda, desvié toda mi atención hacia el BlackBerry y me concentre en cosas de trabajo.

Debieron pasar como 25 minutos cuando sentí que el carro se detuvo y mi mujer dijo en un tonito cantado y casi antipático lleegaamosss!!! Llegamos? Pregunte aterrado al ver que estábamos parqueados en un pequeño “Strip Mall” rosado en medio de la nada. Ella se bajo antes de que pudiera decir algo más y desde afuera me indico que la siguiera. Me baje, sólo porque era imposible aguantar siquiera un minuto sentado en el carro sin aire acondicionado. No entendía nada…..con cara de sorprendido hice un gesto con manos abiertas como preguntando en silencio..Que hacemos aquí? A lo que ella respondió con su dedo índice indicándome que mirara hacia arriba. Mire……de inmediato mi cuerpo se encogió y sentí frío correr por mis venas. Ahí estaba, majestuosa, inmensa, jadeándose mientras se movía de un lado al otro acariciada por un leve viento veraniego. Era roja, muy roja y la línea blanca de la mitad apenas se dejaba ver durantelos intervalos de su meneo. Tun tun…..tun tun….tun tun…tun tun, era lo único que se oía en mi cabeza!!!! Estas demente…. medio grite, mientras ella entraba al almacén de “scuba” con una sonrisita típica de quien acaba de salirse con la suya.

Mi mujer llevaba muchos años insistiendo en que sacáramos el PADI (licencia de buceo). Yo había logrado magistralmente sacarle el cuerpo con disculpas que nada tenían que ver con la verdadera razón. Me inventaba viajes, paseos, enfermedades, en fin, me hubiera salido mucho más barato optar por contratar un psiquiatra para que me quitara tan aterradora fobia.

Ya adentro, observaba con asombro el tamaño de lugar. Lleno de tanques de oxigeno, indumentaria extraña, arpones, wet suits, cuchillos, aletas, caretas, fotos, redes y más. Todo era espectacular. Poco a poco el Tun tun se fue desvaneciendo de mi cabeza dando paso a imágenes de mí con toda esa indumentaria puesta. Pensaba en las fotos!!! Me medí de todo y así fue como un par de horas después me encontraba acomodando en la bodega de la camioneta tres tulas llenas de equipo, incluyendo el wetsuit mas espectacular que se haya producido, de pechera roja y con abdominales pre impresas, como cualquier disfraz de súper héroe y un cuchillo inmenso hecho de un aleación de mentales nunca antes vista: súper liviano pero tan fuerte como para atravesar la piel de un tiburón. Era gigante, estoy seguro que ni siquiera Jacques Cousteau tuvo el privilegio de tener uno igual. Lo compre para defenderme contra los tiburones pero también porque se veía impresionante amarrado a mi pantorrilla. Lo bautice el cuchillo “Anti-Tuntún”.

Una semana después arrancamos el curso teórico. Todo iba bien hasta que llegamos al punto donde te enseñan el lenguaje de señales manuales con que uno se comunica dentro del agua. Hay uno para decir, estoy ok, subo, bajo, sin aire, en fin, hay de todo, pero el que me quito la respiración fue el de cuidado con el Tiburón!!!!. Me voltee para mirar a mi mujer. Viste, si hay señal especial para anunciar un tiburón es porque es posible y peligrosísimo encontrarse con una de esas bestias!!! yo mejor no voy. Deja la ridiculez, respondió mi mujer añadiendo, con todo ese equipo que comparaste seria pecado no terminar lo que empezamos. Además, no fue para eso que compraste ese cuchillo carísimo? No hay tiburón que se te acerque. No tuve otro remedio que callarme y seguir atendiendo. Esa noche tuve pesadillas: sentado en el inodoro sentí que algo me picaba. Al mirar vi muchos tiburoncitos subiendo como un ejército de hormigas y me picaban las nalgas. El cuchillo era muy grande y tenía que utilizarlo pegándome nalgadas y aplastando los bichos. Las nalgas me quedaban rojas por la alergia que en la vida real me causan las picadas de hormiga. Fue rarísimo y amanecí empapado de sudor.

El curso práctico en piscina fue espantoso y no por nada que ver con el buceo sino por el desfile de tanta tanga narizona y viejas mal afeitadas. Los compañeros de curso eran de lo peorcito que he visto. Lo juro, pocas veces he estado en medio de un grupo de gente con tanta falta de glamour. Me hice amigo de uno de los instructores, quien me prometió seria nuestro “Dive Master” durante las inmersiones en mar abierto. Mil veces le pregunte si veríamos tiburones y mil veces me respondió categóricamente que noooo. Que llevaba haciendo esto mucho tiempo y que en los sitios a donde nos llevarían nunca se ven tiburones.

Llego el día tan esperado. Organice las tulas, me puse la pinta pre-buceo y baje el ascensor de mi apartamento con "look" de explorador de National Geographic. Todo se veía supremamente “cool”. Hasta le puse una calcomanía de SCUBA a la camioneta de mi mujer. Una vez en el bote, con el wetsuit a medio poner, con la parte de arriba al descubierto, me posesione de la proa, como cualquier Leonardo Dicaprio en escena de “Titanic”. El viento golpeaba mi cara mientras veía como la inmensidad del océano se presentaba majestuosa en frente de mí. Unos delfines aparecieron nadando al costado. Seguían el bote como dándome la bienvenida a su mundo. Lo vi como una señal de que todo saldría bien. Me acorde de haber oído que donde hay delfines no hay tiburones y me tranquilice por completo. El bote se detuvo. Nuestro Dive Master anuncio que seriamos el grupo uno y nos pidió revisar los equipos y alistarnos para saltar al agua.

El mar estaba un poco picado y el mareo era evidente. No quería vomitar como algunos de mis compañeros y decidí saltar al agua de primero. Me di una bendición disimulada, puse mi mano derecha sobre la careta y di un paso grande hacia la profundidad.

La marea me arrastro lejos del bote y nada que alguien más se tiraba. Me empezó a invadir un pánico inmenso. Antoooo, Manuuu, les gritaba a mis hijas para que se lanzaran. Nadie me oía. Decidí meter mi cabeza para asegurarme de que nada rondaba por ahí abajo, cuando de pronto lo vi…. un HP inmenso dando vueltas a veinte pies de mí ser. El corazón se me paro y todo lo “encogible” en mi cuerpo se encogió hasta su más mínima expresión. Mande mi mano al cuchillo solo para darme cuenta que…… lo había dejado en la tula!!!!! Saque mi mano derecha haciendo la señal que me habían enseñando. La confusión era enorme y trataba de nadar de vuelta al bote. Sentí que alguien me agarro del brazo…..es solo un Nurse Shark, grande pero inofensivo, dijo la voz del Dive Master, quien había saltado pensando que tenía problemas con el equipo. Me agarro del brazo, me calmo y juntos observamos al tiburón como se posaba tranquilo en el fondo del mar. No sé porque no sentí miedo. Me quede solo viendo a la bestia debajo de mí mientras el resto de gente me alcanzaba. Asustado por el tumulto, la bestia sacudió la arena y se fue.

Buceamos todo el día. Vimos de todo, pero nunca más un tiburón. Fue increíble!!! Devuelta en el bote y rumbo a tierra firme, reflexion y entendí que las reglas del universo se cumplen siempre, que todo en la vida tiene un precio y que el precio que hay que pagar por la paz que se siente allá abajo es el “Tún tún” que se escucha cada vez que uno voltea a mirar hacia lo oscuro del mar……

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